Espacio que pretende resguardar voces, experiencias y conocimientos desde el rol
social del bibliotecario. Documentación de archivos orales sobre el patrimonio cultural
intangible conservado en la memoria de los libros vivientes. Entrevistas, semblanzas,
historias de vida. Reflexiones en torno a la bibliotecología indígena y comunitaria.

sábado, 27 de octubre de 2012

Hugo Carlos García (Caicyt – Conicet): Remembranzas de un maestro de bibliotecarios


La agenda llena, futuro desconocido.
El cable canturrea la canción popular sin patria.
Nieve sobre el mar inmóvil como plomo. Luchan
            sombras en el muelle.

En mitad de la vida sucede que llega la muerte
a tomarle medidas a la persona. Esta visita
se olvida y la vida continúa. Pero el traje
           va siendo cosido en silencio.

De Postales negras, Tomas Tranströmer

Vaya a saberse en que momento supo Hugo que alguien le estuvo tomando las medidas de aquel traje. Nunca se alcanzará esa certeza, a eso supongo que lo llaman destino, algo que simplemente algún día ocurre. Providencia que inexorablemente debe cumplirse.
Es infrecuente encontrarse con alguien como Hugo García, abruma concebir el plano que dominó, desde la vocación y la insaciable curiosidad, habitando con simpleza un promontorio del pensamiento, haciéndolo suyo, dejando una obra inquietante, interrogativa, cuya construcción ha requerido de un profundo sentido crítico y ético. Hugo fue un verdadero maestro de la oralidad, una persona que hacía simple aquello que suele ser complicado: explicar algo a alguien, hacer entender lo que se conoce, ir más allá de toda posibilidad.

Pero en el recuerdo que pretendo evocar (me viene a la mente aquellas inevitables e indelebles palabras de Oscar Wilde, mientras penaba en la cárcel, “solo puede haber dolor debajo del dolor”) hay algo que sobredimensiona todo esto, y es su generosidad. Me duele saber que como docente quiso ayudarme mientras estaba agonizando en esa cama de hospital, llegué a entender que esas cosas lo entusiasmaban, no me perdono que cuando decidí visitarlo ya fue demasiado tarde, aquel sábado dejaría este mundo teniendo que presenciar, días después, algo poco común en una reunión de amigos, que justamente Hugo se quedara en silencio.

Yo tengo para mi que los profesionales de la información no podrán, por mucho tiempo, tener una cabal idea de la pérdida que tuvimos que soportar, van a pasar años hasta que se pueda resignificar la obra y el aporte de Hugo García. A su debido tiempo, cuando algún bibliotecario, con su teoría y su método, se pose en el horizonte donde Hugo estuvo trabajando, probablemente recién ahí comprendamos el alcance de su intervención, la enorme distancia que recorrió mientras se dejaba vivir.

Podría enumerar un listado de sus aportaciones, pero prefiero recordar lo que Hugo generaba cuando empezaba a explicar algo, cómo toda un aula se llenaba de el, mientras daban ganas de extender las coordenadas del tiempo para seguir disfrutando lo que sabía. Y lo que Hugo sabía no podría clasificarse en un solo estante. En algún momento, junto con alumnos de Mirta Pérez Díaz pertenecientes a un instituto terciario de Laferrere, entendí que ciertas instancias se experimentan de tanto en tanto, muy difícilmente puedan reiterarse a lo largo de toda una carrera. En ese contexto, que espontáneamente se estaba forjando, Hugo ofreció una soberbia disertación sobre tipología de documentos, entonces me supe, como otros lo supieron, un espectador privilegiado, lástima que después de semejante alocución los alumnos tuvieron que escucharme en el último tramo de la clase, porque recuerdo las caras de aquellos futuros bibliotecarios, las ganas de seguir escuchando lo que Hugo estaba compartiendo. Eso era Hugo, una antorcha, alguien que obligaba a sus interlocutores a retener en algunos fragmentos aquellos pronunciados fulgores del intelecto.

Recientemente, Fernando Báez escribió algunas palabras desprendidas del corazón, no podía ser de otro modo. Porque es ahí donde nos damos cuenta a qué vereda pertenecemos, de qué lado estamos parados dentro de la profesión, y ese lugar no puede ser otro que del compromiso social, ahora mismo lo recuerdo, el día aquel del concurso Fernando Báez, en la Biblioteca Nacional, verlo sonriendo, para decirle a Fernando luego de su discurso encendido “son bravos los venezolanos eh?” y lo que estábamos presenciando ese día era un hecho histórico, donde profesionales que hicieron largos recorridos en la disciplina confluyeron en un mismo acto, ofreciendo una verdadera construcción de sentido, de significado, porque si en la Bibliotecología alguien puede hablar del componente humanístico difícilmente pueda obviar estos nombres y estas historias, porque es ese precisamente el propósito de todo quehacer.

Ya no será lo mismo, ahora queda una tarea ciclópea, lograr que la obra de Hugo se analice, se estudie, se comparta, se mantenga en el tiempo. Esa es tarea para los que vienen. Los que quedan, mientras tanto, recordarán cada intervención de este maestro de bibliotecarios, porque invariablemente, luego de escucharlo, se caía en la cuenta de que había que volver a aprender lo que creíamos comprendido, porque era verdaderamente admirable saber que un esquema teórico podía ser “visto” o analizado desde diferentes maneras y lugares. Acaso sin saberlo, cada trazo de aquella arquitectura, producto de una de las mentes más lúcidas de la profesión, semejaba una pintura del pensamiento cuyo modo habilitaba futuras aportaciones, y sin embargo no se podía evitar sentir que una palabra ajena terminaría estropeando el cuadro. Aún así Hugo propiciaba la construcción, es allí que muchísimos bibliotecarios tuvieron la suerte de aprender mientras compartieron su espacio de trabajo. Se vieron comprometidos, por el gentil mecanismo, a buscar sus propios límites de entendimiento, a ir más allá de sus posibilidades, a fijar el rumbo de la vocación.

Palabras como memoria e identidad no le eran indiferentes, y sobretodo si estaban contextualizadas en el marco político y social de las problemáticas latinoamericanas. 
Recuerdo un correo suyo con motivo de la posibilidad de crear un espacio de pensamiento multidisciplinario que las circunstancias conocieron bajo el nombre de Memoria e Identidad Latinoamericana (MIL y UNO): “Vamos a ir armando un "nicho" ecológico decía, o un ámbito, por afinidades temáticas y personales, y para eso sirve ir eligiendo algunos tópicos...” constantemente pensaba en pensar, en lograr que otros piensen a partir de sus inquietudes y motivaciones, y fue coherente con lo que pensaba, más allá de que a veces se podía disentir o concordar, lo importante era lo esencial: compartir, crear, hacer, desarrollarse.

Cabría un espacio mayor para contar la relación de Hugo con la música, no solo el aporte propio de lo que denominó como infodiversidad documentaria sino la necesidad expresa de conectarse musicalmente con la vibración de los instrumentos y las composiciones. Es posible decir que no hubo esquema de las ciencias sociales que no haya abordado a conciencia, logrando sistematizar las diversas creaciones del conocimiento humano de un modo exhaustivo y profundo. Era habitual leer en sus mensajes, cuando definía los lineamientos de trabajo, cuestiones referidas al Por qué, Para qué, Para quienes o Cómo. Desmenuzaba el sentido de la aportación y clarificaba la orientación del trabajo colectivo, así fueran muchas las voluntades, Hugo siempre estaba en el centro de las mismas.

Expresó la “necesidad de rescatar la función social del bibliotecario haciendo hincapié en el trasfondo humanista de la profesión”. Incansable, fluctuaba en múltiples direcciones, generando focos de discusión y debate, de allí que su ámbito de creación en la biblioteca del Caicyt (Centro Argentino de Información Científica y Tecnológica) fue destino y morada de numerosos proyectos.
Dejo a continuación un pensamiento vivo, que muestra lo que era, lo que sigue siendo a través de sus lecturas:

Porque bien sabemos todos que "la vida pasa, y nos vamos poniendo viejos" en la piel o en el espíritu, y comprendemos que el día indicado es ahora y el ámbito es éste, el nuestro. Así, voluntaria y humanamente, sin disputar los poderes y territorios ya envejecidos de tanto darwinismo cultural, constituimos un nosotros ahora... para poder inscribirnos en el curso de capacitación que más nos interesa, el de servir a nuestra profesión y a nuestros compatriotas de manera óptima y cabal, según metodologías y normas consensuadas y fundadas en principios éticos, científicos y estéticos. Porque aspiramos a situarnos en el mapa local, nacional y latinoamericano para así aportar nuestra labor en el itinerario de los pioneros y los soñadores, de nuestros anhelos y dolores, e inscribir nuestra marca en el diseño de los escenarios y las condiciones de vida deseables, tan anclados en una cartografía nítida y memoriosa como proyectados sobre un horizonte de vida popular y humanista.

Recuerdo ahora una canción, titulada “la humilde”, fue dedicada por Atahualpa Yupanqui a un amigo santiagueño llamado Cachilo Díaz, había fallecido dejando una chacarera inconclusa. Importa en este caso el simbólico homenaje, que decía lo siguiente, guitarra en mano: “cachilito no se en qué lugar del cielo estarás, con tu permiso ñaña, allá va tu chacarera…”

¿Será posible completar la obra de Hugo García? Hay quienes, con profundo respeto, ya aceptaron esta tarea. Que se cumpla, por Hugo, y por la bibliotecología.

Dedicado a la familia, amigos y compañeros de trabajo.
Diciembre de 2011

Nota: la entrevista fue publicada en la Revista Fuentes del Congreso de Bolivia, Febrero 2012, vol.6, no.18, p.38-39. ISSN 1997-4485

miércoles, 24 de octubre de 2012

Testimonio oral sobre el algarrobo (cultura qom)



El algarrobo es un árbol sagrado para los qom, cuyas propiedades alimenticias constituyen uno de los principales sustentos de las distintas comunidades.  Se lo suele conocer entre los quechuas bajo el nombre de Tacku y Yura tacku,  los guaraníes lo llaman Ibopé morotí y los qom lo conocen como mapic, término genérico del algarrobo.  Se encuentra en regiones de climas áridos  y húmedos de Bolivia, Paraguay, Perú, Argentina y Uruguay. En Europa se lo conoce como “pan de San Juan”, cuyo fruto es la algarroba, según consta en las crónicas de Ulrico Schmidl, quien integró la expedición de Pedro de Mendoza en 1535.

Su semilla, en forma de chaucha, es alimento para las familias. En esta especie son frecuentes los colmenares, con lo cual extraen miel y preparan una masa con la harina de la chaucha molida. Durante siglos se mantuvieron las costumbres alimenticias con la semilla del algarrobo. Incluso parte de su raíz es utilizada como tintura para las diferentes artesanías de colores “tierra”, en tonos marrones. También se producen bebidas como el mistol y la aloja, utilizándose morteros para machacar las raíces.

Ha tenido una incidencia enorme en numerosas culturas indígenas, entre los abipones por ejemplo, es común medir el tiempo según el florecimiento de los algarrobos.  Según consta en este weblog la voz Yñiera denota simultáneamente la flor de su fruta y el año. En vez de preguntar: "¿qué edad tienes?", los abipones dicen: "¿cuantas veces en tu vida ha florecido el pan de San Juan?" (Hegem leyera yñierachi?)

Prevalece en buena parte del noroeste argentino, especialmente Chaco y Santiago del Estero, también se conocen plantaciones  en Buenos Aires, muchas de sus semillas traídas por los “qompi” desde Chaco. Por otra parte se sabe -entre comunidades indígenas- que la maduración de la algarroba es posible mediante la ejecución de instrumentos musicales, entre los que se encuentran el quiasetsi (sonajero) que tocan los chamanes chorotes montaraces, asimismo, según afirma la etnomusicóloga Silvia Barrios, las anatas, las flautas de madera, el erke o la corneta, son utilizados para invocar o convocar los elementos, logrando que las cosechas sean óptimas mediante cantos hipnóticos realizados durante las ceremonias. En este sentido se resalta la enorme interrelación de la música ancestral chaqueña con los elementos de la naturaleza, produciéndose en algunos casos relaciones que alteran el equilibrio biológico, conectada a profundos estados de conciencia, conformando un estado de comunión.
 Ana Medrano,  libro viviente del Centro Comunitario Daviaxaiqui de Derqui, colaboradora de la Biblioteca Qomllalaqpi, artesana y maestra bilingüe, brinda un aporte valioso sobre las principales  características de este árbol, cuyo fruto, semilla y flor es utilizado desde tiempos ancestrales para la preparación de comidas y bebidas tradicionales de la cultura.
Por otra parte el testimonio personal ha significado para Ana un recorrido a través de los recuerdos de su familia, en especial su madre, Andrea Medrano, quien aún vive en su querida tierra chaqueña.
Detrás del algarrobo existen mitologías, leyendas y cuentos populares.
Constituye junto al violín n’viqué, uno de los símbolos más representativos de la cultura qom. La bibliografía sobre el tema es variada y en algunos casos el acercamiento es genuino. Asimismo las propiedades del algarrobo han sido consideradas en investigaci0nes académicas.

Lo que se pretende es representar, con el conocimiento endógeno, un signo de resistencia cultural. Un documento oral para quienes se encuentren interesados en ampliar información con registros locales. Estos árboles siguen conservando y transmitiendo una historia indeleble de nuestro patrimonio natural, en sus troncos se guardan historias, tradiciones, arte, creencias…
El algarrobo, como el monte, es un monumento viviente, ha quedado en pie como un símbolo representativo de las culturas indígenas del noroeste, ver como su semilla es recogida por los paisanos nos retrotrae a tiempos ancestrales, cuando todo lo nuevo estaba por nacer.


Clasificación: Etnobotánica / Algarrobo / Tradiciones / Cultura qom
Informante: Ana Medrano. Artesana, maestra de lengua qom, tejedora. Pertenece al Centro Comunitario Daviaxaiqui.
Lugar / Fecha: Biblioteca Qomllalaqpi, Derqui, Buenos Aires - 2/09/2010.
Entrevista: Daniel Canosa
Duración: 19´ 13´´
Contenido de la entrevista:

0'00'' Propiedades de la chaucha del algarrobo
1'25'' utilización del mortero para el molido
2'20'' época de recolección de la chaucha del algarrobo
2'40'' flor del algarrobo
4'00'' época de molido de la chaucha
4'50'' similitud con las propiedades de la banana
5'20'' algarrobo negro (pantac), algarrobo amarillo (amac)
5'45'' mapic, término genérico del algarrobo
6'27'' coloquic, especie de algarrobo que no se come
7'56'' preparación de la harina del algarrobo
8'20'' preparación del mistol
9'18'' preparación de la masa conservada en cuero de guasuncho
10'34'' algarrobos plantados en Derqui
11'00'' trabajos de la abuela de Ana en el monte chaqueño
11'50''extracción de miel de los colmenares del algarrobo
13'30'' cantos para madurar la cosecha de la algarroba (recuerdos del abuelo de Ana)
15'07'' denominación del árbol
15'48'' propiedades de la semilla del algarrobo
17'00'' variedad de plantas en el monte chaqueño
17'28'' defensa de los paisanos de Chaco para evitar la tala del algarrobo (localidad la Sirena)



Bibliografía recomendada:
Verde Chaco (conocer/valorar/preservar) [weblog]

Algarrobo, el árbol de la vida / Escuela IPEM Nº 104 "Arturo Capdevila" Cruz del Eje
Ing. Agr. Inés Gil de Ringuelet.
http://www.agora.com.ar/prueba/

jueves, 18 de octubre de 2012

Robert Endean Gamboa y el paradigma de la biblioteca en contextos multiétnicos.


Robert Alexander Endean Gamboa, verdadero artífice creador de universos simbólicos de información y conocimiento, tales las palabras de un bibliotecario que analiza críticamente el rol social de la profesión. Se pretende compartir el alcance de su pensamiento, pero también su incidencia en el terreno de las bibliotecas indígenas, especialmente su aporte en la construcción del proyecto  Biblioteca Digital Maya. Enorme labor que deja en evidencia un modo de entender los servicios bibliotecarios en contextos multiétnicos en el continente americano.
Visitar su blog “Problemas del campo de la información” significa adentrarse en el mundo de la Bibliotecología social, reflexionar sobre sus contenidos, problemáticas y potencialidades. Como bibliotecario cultiva la línea de investigación de Semiótica y Hermenéutica, cada intervención suya en las diversas listas bibliotecarias ha enriquecido el debate con una mirada comprometida de la realidad. Un verdadero gusto compartir esta entrevista

Noticia biográfica
Maestro en bibliotecología, con estudios de Doctorado en Antropología, en la línea de investigación de Semiótica y Hermenéutica, realizados en la Escuela Nacional de Antropología e Historia. Ahora cursa el Doctorado en Bibliotecología y Estudios de la Información en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Ha ocupado puestos directivos en bibliotecas universitarias, en la Hemeroteca Nacional de México y en la Dirección General de Bibliotecas del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CONACULTA). Ha sido docente en la UNAM, la Universidad La Salle, la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y la Dirección General de Televisión Educativa de la Secretaría de Educación Pública, donde además coordinó el Diplomado de Documentación Audiovisual. Actualmente coordina el proyecto de construcción de la Biblioteca Digital Maya U Kúuchil Na’at. Auditor Líder de Calidad certificado. Valuador de documentos impresos. Actual Vicepresidente de la Academia Mexicana de Bibliografía de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, y Presidente de la Sección de Políticas de Información de la Asociación Mexicana de Bibliotecarios, A.C. Socio fundador y Vicepresidente de ProIndígenas: Información y Comunicación, S.C. Tiene alrededor de 60 publicaciones y mantiene los blog Problemas del Campo de la Información (http://inforproblemas.blogspot.com) y Bibliotecas Mexicanas (http://bibliotecasmexicanas.blogspot.com).

Entrevista

¿Por qué eligió la Bibliotecología?

En realidad, no la elegí, sino que ella me ganó. Ocurre que yo siempre quise estudiar matemáticas, y en efecto empecé esa carrera. Ya como estudiante de la Escuela de Matemáticas de la Universidad de Yucatán, fui su bibliotecario por más de tres años. También trabajé como profesor, como ayuda de tareas y como aplicador de exámenes de matemáticas, pero aunque se gana muy bien es un trabajo muy ingrato. Llegué a la carrera de biblioteconomía por insistencia de un amigo muy querido. Me quedé en esta profesión porque luego de terminar los estudios me casé y debía trabajar. Fue hasta que me empecé a desarrollar como profesional de las bibliotecas cuando pude ver el potencial de esta profesión y decidí quedarme en ella, pues es tan amplio y profundo que puede provocar vértigo, ya que parece no tener límites. Borges tenía razón…

¿Cómo definiría a un bibliotecario?

Como el artífice creador de universos simbólicos de información y conocimiento, que muchas veces sirven para articular sustitutos de documentos o los propios documentos; conocedor experimentado de las estructuras, propiedades y características de esos universos simbólicos; y por ende quien puede enseñar y orientar a las personas que incursionan en ellos.

Desde el punto de vista de la formación profesional ¿Considera que la Bibliotecología aporta herramientas para desempeñarse en contextos socialmente vulnerables?

Usualmente, la formación profesional nos confiere una mirada enfocada en la identificación y el orden de diversos tipos de documentos, además de que nos deja dispuestos para administrar bibliotecas. En las últimas dos décadas, se han ensayado cambios en los planes curriculares de bibliotecología para atender lo que se ha considerado como las exigencias del mercado laboral. De esta manera, se han incluido materias sobre informática y redes, más sobre administración –planeación por objetivos, planeación estratégica, calidad, etc.-, así como tópicos sobre usuarios.
Si entendemos un ambiente socialmente vulnerable como aquél de naturaleza maleable y/o expuesto a distintos tipos de intervenciones naturales y culturales, tenemos que algunas materias de la carrera, como “Biblioteca y sociedad” o “Sociología de la bibliotecología”, “Sociología de la información”, “Psicología del servicio bibliotecario” y otras no llegan a darle cabida.
Una sociedad maleable es aquella que se encuentra carente de identidad o con una identidad estigmatizada por la discriminación. Por ejemplo, tenemos a los pobres de los arrabales citadinos con sus crisis identitarias, lo cual los deja a expensas de los estereotipos que les ofrezcan cualesquiera anuncios comerciales o los personajes del espectáculo, el deporte y el entretenimiento.
Una sociedad expuesta a intervenciones es aquella que está inerme o casi incapacitada para resistir muchos desastres naturales, epidemias, etc., o para oponer resistencia a los saqueos de su patrimonio cultural o a los abusos que se perpetran contra sus integrantes. Generalmente se le considera disminuida o minoritaria, a veces un mal necesario o una herencia del pasado. En este caso se encuentran los habitantes de varias zonas rurales, los pueblos indígenas, los chavos banda, los niños de la calle, los pobres y otros grupos.
¿Cómo debería ser una formación profesional para desempeñarse en esos ámbitos socialmente vulnerables? ¿Cuáles herramientas debería proporcionar al profesional para su desempeño? Debemos evitar el vértigo de la uniformidad conceptual y entender que la vulnerabilidad es diversa y cambiante. Luego debemos tener alguna claridad sobre por qué como profesionales tenemos que dedicarnos a trabajar con grupos sociales vulnerables. La noción de que alguien tiene que hacerlo es una chabacanería. Más bien debe movernos un íntimo deseo de justicia, una necesidad de saber que tratan al otro como quiero que me traten a mí, una esperanza de que podemos hacer las cosas mejor que los que nos antecedieron. Estas son las herramientas que necesita primero el profesional: El deseo, la necesidad y la esperanza, pues lo demás se lo aporta la carrera, y otro tanto lo aprenderá conforme lo requiera, al tiempo que avance en su trabajo con las comunidades.

¿Qué opina del rol social del bibliotecario? 

El concepto de “rol” es funcionalista, o sea, me inserta en una sociedad como parte de un engranaje que realiza una función determinada, como si se tratara de un mecanismo de relojería. No creo que las sociedades sean así, y por este motivo prefiero referirme al desempeño social del bibliotecario. Al respecto, debemos notar que los bibliotecarios tenemos una tendencia a ser conservadores, en el sentido de la defensa que hacemos de nuestros sistemas de creencias, así como de los objetos y símbolos que los conforman. Pueden sustituirse los objetos, pueden resignificarse los símbolos, pero nuestros sistemas de creencias son intocables e inalterables. La creencia en el orden es parte de este sistema, así como la creencia en la causalidad. Porque creemos que en el orden nacieron las clasificaciones bibliográficas; además, porque creemos en la causalidad estamos fuertemente atados a las citas y las bibliografías de los aparatos críticos.
Ser conservadores se ha malentendido como ser perpetuadores del statu quo. Y pienso que se ha comprendido mal por el poco desarrollo y paulatino abandono de la crítica en la profesión. Es triste notar que nuestro desempeño social parecen entenderlo muchos como hacer lo mismo que hacen todos los demás para seguir manteniendo las cosas igual, quizá porque se sienten parte de una maquinaria social que sólo nos permite repetir por hábito lo mismo todos los días de nuestras vidas. Otra modalidad de este malentendido resulta porque hay profesionales acomodados en un nicho laboral o social, a quienes parece no importarles qué ocurra fuera de su pequeño espacio, o aquello que pase más allá de su círculo de amistades. Esto ocurre sobre todo con las llamadas “vacas sagradas” de la profesión, y a los que son parte del jet set bibliotecario internacional.
Creo que el desempeño social del bibliotecario debería estar más inclinado a la curiosidad, ser más proactivo, más decidido a descubrir y enfrentar los problemas de la profesión, en lugar de ocultarlos o ignorarlos. No es preciso dejar de ser conservador para hacer esto, pues nuestros sistemas de creencias son más flexibles de lo que pensamos. Sin embargo, creo que si se precisa cierta valentía para afrontar la reacción de quienes propugnan el statu quo por así convenirles.

¿Cómo surge el proyecto Biblioteca Digital Maya?

El proyecto para construir una biblioteca digital que sirva al pueblo maya surgió como concepto en un taller de diseño realizado en Xpujil, Campeche. Se trató del Mayandesign, que lleva a cabo anualmente el Centro de Investigaciones de Diseño Industrial de la Universidad Nacional Autónoma de México. Acudí a su edición de febrero de 2009, ya que me interesaba aprender nociones de diseño que se pueden atraer a la profesión bibliotecaria. Dentro del taller de Niels Peter Flint, trabajamos Gervaise Duchaussoy y yo el diseño conceptual de una biblioteca digital, usando para ello el contacto con artesanos de la región, recorridos y visitas a casas mayas y a las zonas arqueológicas, además de revisiones de la revista Arqueología mexicana. Niels nos pidió que en el diseño incluyéramos elementos para un desarrollo sustentable. De esta manera, la noche del último día del taller, en un auditorio improvisado en medio de la selva, presentamos a nuestros compañeros y a personas del pueblo de Xpujil nuestro proyecto, mismo que causó gran impresión a todos los asistentes y nos llevó a tomar la decisión de seguir adelante con esta idea.
Un mes después, un grupo de amigos nos reunimos en un restaurante de la ciudad de México para hablar sobre la necesidad de trabajar desde la sociedad civil a favor de los pueblos indígenas de nuestro país. Todos habíamos participado de alguna forma en proyectos gubernamentales como funcionarios a cargo, pero manifestamos nuestra frustración común por las limitaciones a las que uno se ve impuesto en ese sector público. A mediados de 2009, la idea de hacer la Biblioteca Digital Maya, a la que entonces llamábamos “Aj Tsib” (“El Escribano”) comenzó a tomar forma, sobre todo cuando Gervaise Duchaussoy nos propuso venir a México como voluntaria de la agrupación que constituimos para llevar a cabo los trabajos, misma a la que llamamos “ProIndígenas: Información y Comunicación”.
Busqué presentar la propuesta para construir la biblioteca con los gobiernos, las instituciones y las organizaciones de la península de Yucatán, que es donde se aposenta la mayoría de la población maya a la que dirigiríamos nuestros esfuerzos. Los avances fueron lentos, y en febrero de 2010 convencimos al gobierno de Yucatán para que presentara junto con nosotros a concurso internacional el proyecto de la Biblioteca Digital Maya, a la que habíamos cambiado el nombre para dejarlo como está ahora: “U Kúuchil Na’at” (“La Casa del Conocimiento”).
El proyecto de construcción de la Biblioteca Digital Maya U Kúuchil Na’at ganó uno de los premios del concurso convocado por el Programa de Innovación en Bibliotecas Públicas (PLIP, por sus iniciales en inglés), al que convocó la organización eIFL.net, razón por la que a fines de mayo de 2010 acudimos a la primera reunión de los proyectos ganadores en la ciudad de Ljubljana, en Eslovenia.
Es de notar que entre los meses de marzo y junio de 2010 estuvo trabajando como voluntaria nuestra Gervaise Duchaussoy, alumna de producción de animación en la Escuela Nacional Superior de Artes Decorativas de París. Ella llevó a cabo talleres de animación digital con profesores de educación bilingüe bicultural, con niños de albergues escolares indígenas, con alumnos mayas de la Universidad de Oriente y con gente del pueblo de Felipe Carrillo Puerto, en el estado de Quintana Roo. Las 19 producciones que realizaron en esos talleres pueden verse en el prototipo de la Biblioteca Digital Maya U Kúuchil Na’at, en la dirección electrónica http://bidimaya.proindigenas.org.

¿Cree que el concepto biblioteca indígena resulta representativo para la cultura maya?

Primero debo aclarar que el concepto y el modelo que he conocido de biblioteca indígena está siendo desarrollado principalmente en países sudamericanos, pues en México no se conoce y por ende no se utiliza. La noción de biblioteca indígena, como trasplantación occidental en suelo indígena para generar desde dentro procesos de asimilación y construcción que permitan la generación de conocimiento propio, su almacenamiento, organización y difusión, es una contribución de los bibliotecarios del Sur de nuestro continente para el mundo.
A nosotros nos interesa implantar esas nociones en la construcción de la Biblioteca Digital Maya U Kúuchil Na’at, de manera que ésta pueda ser lo suficientemente flexible en su administración para dar cabida a formas de interacción y conocimiento culturalmente dirigidas y adecuadas. Siguiendo este camino, el principal reto que enfrentamos es la construcción de la legitimidad de la biblioteca, pues es condición necesaria para contar con la participación abierta del pueblo maya. Por este motivo, una parte importante de nuestras intervenciones actuales tiene que ver con la detección de los problemas tal como los concibe este pueblo, en el entendido de que la biblioteca digital debe servir para dotarlos de información que les ayude a comprender mejor esos problemas, a solucionarlos o a atenuarlos. Para el pueblo maya, hemos detectado tres tipos de problemas que afectan a las comunidades, que son los siguientes:
Ma’ tu pajtaal… (No puedo…): Este tipo de problemas abarca la falta de capacitación, la desorganización, o las barreras que impone la corrupción.
Mina’an ten… (No tengo…): Aquí entran las carencias y las necesidades, que son muchas.
Interacciones: Derivados de la situación de enajenación y encierro en que viven los mayas en sus comunidades, hay problemas de relaciones y trato entre las personas, que conflictúan y complican la comprensión de los problemas y la búsqueda de soluciones. De esta manera, se manifiestan envidias, confabulaciones, mentiras, prejuicios, malicia, fatalismo y actitudes francamente cerradas y autolimitadas para la participación.
Resulta claro que la atención de los problemas A y B tiene como condición afrontar los problemas del tipo C, sea a través de negociaciones, por alianzas o por los medios a nuestro alcance.
Nos interesa mucho seguir los pasos de nuestros colegas sudamericanos, pues creemos que tienen una comprensión amplia del potencial de la biblioteca para los pueblos indígenas. En contraparte, creo que les podemos ofrecer las indagaciones que estamos realizando sobre algunos de los componentes del modelo de biblioteca indígena, referentes a los procesos para la legitimación de esta biblioteca.

¿Cuáles lecturas lo influenciaron?

Son bastantes. Ahora recuerdo “Bibliotecas y educación”, de Beatriz Casa Tirao y “El Mapa del mundo personal”, de Julián Marías. El manual de bibliotecología de Chubarian. La colección de libros de investigación sobre bibliotecas y lectura, publicados por la Dirección General de Bibliotecas del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. Asimismo, varios cuentos, novelas, poesías y ensayos me han impresionado y aportaron ideas en mi formación.

¿Qué está leyendo actualmente?

Un libro de un escritor maya: “Cuentos campesinos”, de Fabio Rufino Chalé Mex.

¿Qué cambiaría de la profesión?

Propugno desde hace algunos años por cambiar las actitudes que en la educación bibliotecaria generan lo que llamo “síndrome de la disciplina asediada”. Además, vengo proponiendo la salida de los bibliotecarios de las bibliotecas para trabajar ofreciendo sus servicios de manera privada, en consultorías, bufetes de información o en otras modalidades de servicios independientes.
Sólo para aclarar, el síndrome de la disciplina asediada resulta de las actitudes y opiniones que algunos profesores de la carrera inculcan en sus alumnos cuando se la pasan machacando todo el tiempo la desgracia de que las plazas de trabajo en bibliotecas, en los niveles altos de decisión, estén ocupadas por personas con una formación distinta a la nuestra. Es así que este contenido de la formación, que no aparece enunciado en ningún plan de estudios, obtiene réditos en la formación de los bibliotecarios, pues engendra graves problemas de comunicación de los mismos con las otras disciplinas e incluso lleva a errores numéricos, como cuando en México se dice que menos de cinco mil bibliotecarios profesionales (incluso contando muertos y pensionados) deben ocupar más de quince mil plazas en las bibliotecas. La más alta manifestación de esta tontería se da, desgraciadamente, en el Colegio Nacional de Bibliotecarios de México, aunque cabe señalar que su proceder es bastante hipócrita y a la conveniencia ocasional de los integrantes de su mesa directiva.
Sobre lo otro que cambiaría, creo que la formación profesional debe superar la etapa heroica que nos impulsa a trabajar sólo en bibliotecas, pues resulta claro que la información alrededor nuestro fluye, se acumula, toma nuevas configuraciones, vuelve a fluir y se acumula de nuevo en un proceso que no tiene fin. Por este motivo, necesitamos ampliar los conceptos acerca de la formación del bibliotecario profesional del futuro, con la finalidad de brindarle las herramientas que aseguren su desempeño y desarrollo dentro de una sociedad que ya está tomando como hábito mirar de reojo al futuro a cada instante.
Además, la velocidad de los cambios nos impulsa a replantear nuestra responsabilidad social, particularmente para asumir la parte que nos toca en la atención a los problemas sociales no resueltos y a los nuevos problemas que plantea el desarrollo de nuestras sociedades. Para poder asumir de mejor manera esas nuevas responsabilidades, es imperioso que no nos sintamos atados a una institución y que podamos gozar de más autonomía como profesionales.
Hay otras cosas que deberían cambiarse, pero creo que estas dos que he propuesto desde hace algún tiempo no deben soslayarse más.

Nota: la entrevista fue publicada en la Revista Fuentes del Congreso de Bolivia en
Rev. Fuent. Cong., Abr 2011, vol.5, no.13, p.50-54. ISSN 1997-4485

domingo, 14 de octubre de 2012

El concepto "Biblioteca Indígena"


Según las conclusiones del “Encuentro Latinoamericano sobre la Atención Bibliotecaria a las Comunidades Indígenas”, de vital importancia para comprender el trabajo comunitario en una diversidad cultural- una biblioteca indígena, bilingüe e intercultural debería ser:

- Un centro de documentación interétnica orientado fundamentalmente a la cultura propia, abierto a la cultura nacional y universal.
- Un centro de acopio de la información necesaria tanto para actividades informativas y formativas comunitarias como para el funcionamiento adecuado de procesos educativos.
- Un lugar donde se produzcan los materiales documentales pertinentes, informativos en general, y de apoyo al trabajo educativo formal o no formal, que facilite o permita la apropiación de la herramienta de la lecto-escritura.
- Un recinto que incluya un espacio para registrar, recuperar, recopilar, crear y recrear aquellos testimonios tangibles que evidencian el patrimonio cultural de los pueblos indígenas.
- Un espacio donde se registre, estudie, sistematice y difunda el patrimonio intangible, incluyendo los conocimientos ancestrales organizados en diferentes formatos.
- Un local donde se desarrollen colecciones de literatura indígena con énfasis en la producción americana y la dirigida al público infantil.
- Un lugar que debe contar con un acervo básico (a desarrollar) en lengua materna y bilingüe, que apoye los procesos de educación formal e impulse la producción de nuevos materiales locales.
- Un centro cuyo personal responsable deberá ser apoyado con formación técnica interdisciplinaria que tome en cuenta las características y necesidades de la propia biblioteca y de las comunidades.

Es deseable realizar algunas apreciaciones que ofrezcan un marco de análisis con respecto a la utilización indiscriminada del concepto. Muchos descendientes de pueblos originarios (en especial migrantes desplazados en centros urbanos) pueden llegar a suponer que la documentación personal que poseen sobre la cultura (fotos, relatos fotocopiados, revistas, registro de ceremonias y folletos entre otros, incluyendo artefactos musicales y artesanías) les otorga elementos para autocalificarse como representantes de "bibliotecas indígenas", cuando lo que están ofreciendo es en realidad una difusión de sus expresiones culturales.
Es innegable que se trataría de un material idóneo para la colección de una biblioteca indígena, pero su sola adquisición no supone validar el concepto.

Aún hoy la colección impresa es motivo de reflexión, por el rol que viene a desempeñar un tipo de material que históricamente no ha representado la necesidad de comunicar información entre los paisanos de una comunidad, y ante el cual algunas comunidades hicieron una apropiación para poder socializar otras formas de conocimiento.

El puente hacia otras sociedades implica una apertura, en este caso la colección representa una posibilidad de integrar diferentes planos. La producción documental debería ir acompañada de un conjunto de significaciones, construidas en forma interdisciplinaria, que permitan fortalecer el acervo cultural mediante documentos representativos de la cosmovisión social, sistema de pensamiento e identidad local, y que la lengua materna no sea el único vehículo que cohesione esos procesos.
Habilitar la idea de un espacio o casa de la memoria, un lugar donde las personas se reconozcan pertenecientes a una cultura, intercambiando información con el fin de estandarizar conocimiento endógeno.

Por otra parte hay quienes suponen que contar en los acervos con materiales escritos en Lengua castellana, donde nos cuentan historias y leyendas “de indios”, o poseer algunos diccionarios bilingües y revistas de antropología, alcanza para denominar a una unidad de información "biblioteca indígena", esto simplemente reduce ha un aspecto básico los diferentes elementos, servicios y colecciones con que debe contar este tipo de institución, y coloca en una misma bolsa a las bibliotecas públicas que se encuentran dentro o cerca de comunidades indígenas.

Del mismo modo algunas instituciones indigenistas ofrecen acceso a “bibliotecas indígenas virtuales” favoreciendo la disponibilidad de pequeñas colecciones que en ocasiones son registros analíticos de una única publicación periódica, por lo general especializada en asuntos indígenas, de valiosa contribución para quienes se encuentren interesados en acceder a información actualizada sobre poblaciones aborígenes, pero insuficiente como para justificar que un catálogo en línea fundamente la denominación "biblioteca indígena".

Es interesante detenerse un instante en unas reflexiones de Juan Rulfo, reconocido escritor mexicano, a propósito de una entrevista en la que opinó sobre la realidad de los pueblos indígenas latinoamericanos, el autor de Pedro Páramo decía lo siguiente:
La población indígena de nuestros países americanos está acechada por flagelos de diversas índoles: el retraso de sus culturas a partir de costumbres no estimuladas por la técnica; el analfabetismo; el arrebato de sus tierras; las propias luchas de poder internas que sostienen por la permanencia del cacicazgo, todo ello agrava su situación”...

Los olmecas, que poblaron México entre el Atlántico y el Pacífico, tenían una cultura madre aparejada con el tiempo de su época, entre el 800 y el 200 antes de Cristo, en que vivían en el mundo Buda y Zoroastro, Confucio y Lao Tsé, Homero, Platón y Sófocles. Sabemos que en su lenguaje está la memoria histórica de los pueblos, y raíces lingüísticas olmecas-otomangues existen en el lenguaje de muchas comunidades que sólo hace poco se investigan; si por falta de recursos no se hace esta investigación, ¿cómo salvaguardar un pasado que contiene en sí una de las épocas más ricas de la cultura conocida? Nuestros problemas son de tres tipos: los que pertenecen específicamente a cada una de nuestras naciones, los de Latinoamérica y los de España. Nos salvamos juntos o nos perdemos separados. Un futuro mejor sólo podrá construirse basado en el respeto a las diferencias; pero, sobre todo, basado en la justicia, que es su falta lo que han sufrido nuestras mayorías indígenas; hay que motivar un cambio sin lesionar sus valores positivos; es una tarea difícil, y si se une a ello la explotación que se hace de lo poco que tienen debemos concluir que cualquier institución encauzada a levantar el nivel de vida indio, pero carente de influencia y de recursos económicos, difícilmente alcanzará sus fines”.

Es poco probable que se logren estos anhelos si no se asume un compromiso profesional y humano, acercarse al mundo de los pueblos originarios requiere aceptar que se está frente a otras formas de conocimiento, en un plano de igualdad y convergencias, para que efectivamente podamos construir un nosotros que represente las necesidades de información de los paisanos. Decía Juan Rulfo, luego de compartir un concurso de narradores indígenas en su México natal, que había detectado con la experiencia que “el indio escribe tal como se lo contaron, no usa trucos de estilo o forma, no reelabora los temas; él cuenta sin ningún aditamento, no busca cómo narrar, sólo lo hace; esto permite un acercamiento a su mundo tal cual él lo ve. O sea que toda esta información que recibimos no es deformada; es la que también recolectan nuestros antropólogos e investigadores, pero luego de pasar muchos años trabajando y viviendo en las comunidades”.
Personalmente no conozco otro modo de colaboración que el vínculo afectivo para generar documentos representativos, cada vez más creo en eso, pero más allá del abordaje, es necesario asumir un compromiso ético, en el que podamos reconocer al otro como parte de un mundo donde sean habituales los entrecruzamientos de ideas, para así enriquecer hacia adentro el patrimonio cultural de las bibliotecas.

Hace más de diez años se publicaban los documentos del primer encuentro latinoamericano sobre servicios bibliotecarios indígenas. Mucha agua pasó debajo del puente. Las últimas tendencias muestran ejemplos de bibliotecas indígenas asociadas a espacios comunitarios y centros culturales donde poder recrear la cultura, existiendo dificultades para normalizar criterios de catalogación y clasificación, buscando en algunos casos producir conocimiento mediante archivos orales pero sin integrar dichos acervos en redes o catálogos colectivos.
Asimismo en su mayoría, la información sanitaria no es considerada en las diversas experiencias registradas en el continente, la biblioteca indígena debería ser depositaria de los conocimientos sobre medicina ancestral, disponiendo no solo información de la farmacopea tradicional, sino también facilitar el acceso al uso de plantas medicinales para quienes lo necesiten. Es una realidad que dicha propuesta apenas motivará algunas intervenciones que muy probablemente no modifiquen la vulnerabilidad social que históricamente padecen las comunidades, pero al menos otorgará elementos para poder recuperar antiguas prácticas sanitarias en beneficio de las familias de cada pueblo.

De existir la posibilidad de un nuevo congreso o seminario sobre bibliotecas indígenas considero que se debería avanzar hacia esos escenarios, evaluar modos de compartir información, pero que dicha información tenga relación directa con problemáticas específicas, que afecten en su conjunto la realidad concreta de las comunidades. Asistir a los congresos llevando dificultades para luego debatir propuestas que puedan desarrollarse, implementarse y replicarse.

Considero que en el campo de la bibliotecología social ya no es posible prestar atención a una teoría que no tenga como soporte su trabajo de campo, muchas colaboraciones han sido realizadas para anunciar recetas que difícilmente puedan impartirse si previamente no se experimentaron sus resultados en trabajos concretos, ya no basta con facilitar materiales desde una actitud paternalista, en algunos casos los paisanos exigen que les enseñen a pescar, no que les regalen el pescado, si realmente nos importa, es hora de empezar a cambiar el plano.



Encuentro Internacional sobre acceso a información y promoción deservicios bibliotecarios en comunidades indígenas de América Latina. 25-29 demarzo de 2008, Memorial de América Latina, San Pablo.

miércoles, 10 de octubre de 2012

El Lamento de Ñaamaxachi

¿Cómo entender una cosmovisión social sin tener conciencia de otras formas de conocimiento?

La historia que comparto, relatada por Mauricio Maidana, libro viviente del Centro Comunitario Daviaxaiqui de Derqui, refiere lo recordado por su abuelo, Pillagaq, un qom al cual le impusieron el nombre de Pedro Maidana, mientras vivía en el Chaco natal.
Cuenta la leyenda que un pájaro en el monte chaqueño no paraba de cantar, un cazador lo observaba, luego se preguntó (no pudo no hacerlo) que será lo que estaba anunciando ese pájaro, necesidad de entender porqué un ave cantaba de un modo distinto a las demás aves. Los presentes interpretaron que un hombre lo había perdido todo, la familia, la toldería, el campo, los animales, que habían venido soldados quemando todo a su paso, y que los graznidos del pájaro reproducían el lamento de aquel desgarro, luego cayó la noche.

Al otro día el hombre vio que mucha gente se estaba escapando del ejército hacia el norte, ingresaron al monte sabiendo que detrás no quedaba nada salvo un pasado incendiado, llorando, el hombre pulsó una cuerda y empezó a tocar una canción, imitando con el violín su propia voz, imitando su propio llanto. Así nació el Lamento de Ñaamaxachi, antigua historia del Chaco, que Mauricio Maidana ejecutó con su n´’viqué en la Biblioteca Qomllalaqpi, barrio toba de Derqui.
La leyenda dice que luego de la canción el hombre se perdió en el monte, no se supo más de el. Algunos dicen que lo mató un animal, otros creen que el ejército lo interceptó y lo ultimó, probablemente nunca lo sepamos.

Esta es la canción del lamento que el abuelo de Mauricio ejecutó, luego de haber visto un pájaro anunciar una tragedia, es posible comprender lo sucedido al escuchar la canción, años después el propio Mauricio la rescata del olvido, quedando registrado en el catálogo de una biblioteca.

Un lamento recogido por un pájaro…
¿Cómo puede un ave anunciar lo sucedido?
¿Cómo puede una canción resistir un nombre?

Clasificación: Etnomusicología / Leyendas populares / Cultura qom / Violín n’viqué
Informante: Mauricio Maidana. Artesano, músico, docente bilingüe qom-castellano. Pertenece al Centro Comunitario Daviaxaiqui.
Lugar / Fecha: Biblioteca Qomllalaqpi, Derqui, Buenos Aires - 11/12/2009.
Entrevista: Daniel Canosa
Duración: 4´ 24´´
Contenido de la entrevista:
Canción que refiere una antigua historia ocurrida en Chaco a mediados de los años 40, ejecutada en un violín n’viqué por Mauricio Maidana.

sábado, 6 de octubre de 2012

Mirta Pérez Díaz: Compromiso ético de una bibliotecaria apasionada


Estimados amigos

Comparto una entrevista realizada a Mirta Pérez Díaz, un verdadero ejemplo de ética profesional, capacidad docente y ejercicio crítico de la profesión, quien ha contribuido a forjar bibliotecarios comprometidos con el rol social de la disciplina. Muchos le debemos el espacio que hoy ocupamos en la carrera, los valores transmitidos, la comprensión de la utilidad social de los recursos documentales.

Se trata de una docente con un fuerte compromiso por la bibliotecología, si el estudiante tenía curiosidad, Mirta siempre agregaba una tarea más. Personalmente le debo el rumbo de mi vocación. Una vez, compartiendo una cátedra de fuentes y servicios, recibió un comentario de una alumna advirtiendo que la presentación de un estado de la cuestión implicaba mucho trabajo para aprobar la materia, la respuesta de Mirta fue maravillosa:
cada uno se construye su propio prestigio”.

Historia de vida de una docente que entiende el carácter interrogativo de la biblioteca como modo de articular construcciones colectivas entre los usuarios de una comunidad.

Es un enorme placer compartir este modo de vivenciar la profesión.

Noticia biográfica
Mirta Pérez Díaz es Bibliotecaria Profesional, estudió la licenciatura en Bibliotecología y Documentación por la Universidad Nacional de Mar del Plata, desde hace años ejerce como Docente de la Carrera de Bibliotecología de diversos institutos superiores de formación docente. Su sentido crítico de la profesión, sumado a su coherencia y capacidad, la convirtieron en una cita ineludible a la hora de significar con ejemplos el compromiso profesional dentro de la Bibliotecología. Su aprendizaje incluye capacitaciones docentes, participación en seminarios, jornadas, congresos y cursos relacionados con el uso de tecnologías de la información.

Es también Coordinadora Regional de Bibliotecas Escolares de la Provincia. de Buenos Aires; Coordinadora de equipos de planificación, gestión y procesamiento de colecciones de bibliotecas: APDH, CELS, Defensoría del Pueblo de la Nación, Fundación de Ayuda al Quemado “Dr. Fortunato Benhaim”, Universidad Nacional de La Matanza y establecimientos educativos de diversos niveles de la jurisdicción nacional y provincial.
Ha coordinado Talleres para Docentes y Adolescentes, asimismo es Docente de cursos de capacitación de postgrado para los equipos de psicopedagogía del Hospital Zubizarreta y del Hospital Vélez Sársfield (Buenos Aires). Es Miembro del Foro Nacional de Lectura.
Ha disertado en la Biblioteca Nacional sobre la temática "Biblioteca y Compromiso Social". (V Encuentro Grupo de Estudios Sociales en Bibliotecología y Documentación). Integra el grupo Cátedra Abierta Hugo García.

Junto con el profesor Juan Palazzolo y alumnos de Educación Superior del ISFD No. 35 de Montegrande coordinó en el año 2005 un impactante trabajo sobre el golpe de Estado y la sociedad Argentina, con motivo de celebrarse 30 años de culminada la dictadura, bajo el título “Homenaje a los Bibliotecarios víctimas del Terrorismo de Estado: repertorio biográfico”, que permitió analizar la construcción de nuestra identidad nacional, habilitando el reclamo de verdad y justicia sobre el destino de los detenidos-desaparecidos, entre ellos las de los bibliotecarios víctimas de aquella nefasta época.
Los objetivos de la investigación fueron los de brindar a los futuros bibliotecarios y a los que están en ejercicio, herramientas que posibiliten la transmisión y apropiación del pasado reciente y de sus consecuencias en la actualidad.
Asimismo pretendió generar en la formación básica de los bibliotecarios, espacios que propicien la construcción de estrategias innovadoras y el reconocimiento de fuentes y servicios de información que faciliten a los usuarios recursos para el conocimiento y la indagación crítica en relación a la última dictadura militar y sus consecuencias en la actualidad.


Entrevista
¿Por qué la Bibliotecología?

Hubo varios motivos por los que tomé y sostuve esta elección. Siempre entendí la Bibliotecología como una disciplina cuyo objeto es lograr la utilidad social de los recursos documentales promoviendo la construcción de conocimiento socialmente significativo en procesos dialógicos, propósito que requiere de profundas convicciones por parte de quienes la ejercen. Desde que los pensadores franceses sostuvieron la idea de que la cultura debía ser dominio del pueblo, la biblioteca fue concebida como una institución educativa, cultural y social. Luego, en forma gradual pero sostenida, surgió el interés por desarrollar nuevas técnicas que facilitaran la recuperación y difusión de la información para el público, nacieron las asociaciones profesionales, se institucionalizó la enseñanza y hoy la profesión evoluciona hacia la interdisciplinariedad y la consideración de la biblioteca como un sistema de información. Sin embargo, la dimensión social de la profesión fue progresivamente desplazada del centro de interés y reemplazada por otras más propias de disciplinas instrumentales vinculadas al universo de la información, fuera del campo de la Bibliotecología. Sostengo que la biblioteca debe ser un espacio de comunicación, de construcción de identidad, de recuperación de la memoria y por lo mismo, los países de América Latina deberían fortalecerla con políticas específicas y acciones sostenidas.

¿Qué la impulsa a seguir enseñando?

Los condicionamientos socio-culturales influyen en la creación y persistencia del estereotipo del bibliotecario, pero el papel de los bibliotecarios ha cambiado, ya no somos personas silenciosas que cumplimos un papel burocrático, que nos dedicamos a custodiar documentos. En la sociedad de la información tenemos un rol social fundamental, porque la información es poder y esta profesión debe asumir el compromiso de garantizar que ese poder esté al alcance de todos y no sea sacrificado ni restringido por causa alguna. En este sentido, es importante señalar que la imagen de la profesión que asumimos como universal requiere una reformulación porque es propia de otras sociedades y carece de la singularidad de nuestras realidades; necesitamos una redefinición del rol para nuestro particular contexto y ese cambio basado en la búsqueda de una identidad debemos producirlo en el ámbito de la formación, con una activa participación en todos los espacios. Pretender restringirlo a una declamación de principios es un artificio como también lo es aceptarlo con convicción sólo por un momento, porque ello no lo convierte en algo permanente. Entonces, no se puede realmente ser un buen profesional sin asumir obligaciones. Ese es el desafío que me impulsa a seguir enseñando.

¿Cómo ve a los estudiantes de la carrera?

La gran mayoría de los estudiantes que ingresan, como parte de la sociedad en la que está vigente la nada estimulante imagen simplificada de biblioteca y bibliotecario que todos conocemos, no son usuarios de bibliotecas, y salvo excepciones, tampoco se manifiestan aficionados por la lectura ni por alguna expresión artística o cultural en particular. Todo ello genera incertidumbre sobre las reales motivaciones de su elección. Por otra parte, los aportes de la carrera para la evolución de ese perfil es limitada, porque el plan de estudios que aplicamos tiene una orientación técnica muy marcada que en nada favorece la adquisición de conocimientos ni el desarrollo de habilidades vinculadas a la promoción cultural y la proyección social. Sin embargo, debo admitir que en el transcurso de la carrera se pueden reconocer estudiantes que desarrollan potencialidades que, con los adecuados estímulos, evolucionan y se orientan en el ejercicio profesional con desempeños altamente satisfactorios.

¿Cómo definiría a un bibliotecario?

Actualmente se define un bibliotecario como “un profesional de la información, una persona que, en el ámbito de una biblioteca o centro de documentación desarrolla procedimientos para organizar la información, así como para ofrecer servicios con el fin de ayudar a las personas para identificar y acceder a la información que necesiten, en sus diferentes formatos”. Sin embargo Gastón Litton, en los años 70 escribió que la labor del bibliotecario debe incluir trabajos y responsabilidades, que se omiten en la anterior definición pero que, hoy más que nunca, resultan sustanciales para completarla:
Determinar las condiciones y aspiraciones del hombre e identificar los problemas y anhelos de la sociedad;
Relacionar las necesidades de los hombres y de la sociedad con la accesibilidad de la información y los datos;
Determinar qué vías de cooperación deberán ser abiertas entre las bibliotecas para extender y mejorar el servicio en forma conveniente para el mayor número de ciudadanos;
Continuar estudiando, manteniéndose despierto y alerta ante la necesidad de adquirir nuevos conocimientos, procurando la mejor preparación posible para enfrentar las exigencias cada vez más amplias de la sociedad.

¿Cuáles conceptos han cobrado mayor relevancia dentro de la profesión?  ¿Cuáles conceptos se han descuidado?

Se valoriza lo vinculado con ideas y prácticas provenientes de otros campos de conocimiento, especialmente aquellos que tienen una alta aceptación social como es el caso de la Informática, el de la Estadística o el de la Gestión. Independientemente del innegable aporte que estas disciplinas hacen a la Bibliotecología, el énfasis puesto en ellas muchas veces desplaza las ideas y principios básicos de nuestra disciplina. Quizás se pueda interpretar como un intento por revertir y “aggiornar” la imagen de bibliotecas y bibliotecarios.

¿Qué opina del rol social del bibliotecario?

En la sociedad actual los bibliotecarios tienen una misión y un desafío muy importantes que cumplir: reducir la nueva brecha generada por la capacidad de acceso a la información permitiendo que todos participen y creando una cultura de individuos con capacidad de trabajar con información, para su desarrollo personal y profesional. Esto exige capacidad y preparación, demanda acciones de impacto y responsabilidad social. Sin embargo, el rol también demanda la capacidad para construir y reconstruir la memoria, la identidad y los lazos sociales propiciando procesos de comunicación.

Nombre una anécdota que la haya sorprendido en una biblioteca

Cada vez que me replanteo qué es lo prioritario en relación a formación bibliotecaria recuerdo esta anécdota y reafirmo que el acento debe ser puesto en la función social de la biblioteca.
En mis inicios trabajé como bibliotecaria escolar, uno de los espacios de más alto impacto social pero paradójicamente el menos calificado en el imaginario profesional y el más descuidado desde las políticas públicas. Esta era una escuela inserta en un medio marginal, con enormes carencias. Frente a la escuela había una gomería de automóviles atendida por un hombre joven, padre de una alumna de la escuela.  Ella retiraba libros de cuentos maravillosos que renovaba una y otra vez. Cuando le pregunté el motivo de las reiteradas lecturas de un mismo título argumentó que su papá era el lector. Me acerqué un día a la salida y charlamos un rato. De allí en más, sus lecturas fueron evolucionando hacia otros temas, libros de mi propia biblioteca y luego, definida su preferencia, de bibliotecas especializadas en Psicología que yo misma me ocupaba de retirar. Mucho tiempo después, cuando hacía años que yo no estaba en ese espacio, leí su nombre como ponente en un Congreso de la especialidad.

Dos preguntas en una ¿Cuál fue el libro que más la influenció? y ¿Qué está leyendo actualmente?

No podría mencionar uno en particular. En cada momento de la vida te identificás con uno o varios libros que dejan marcas en tu pensamiento. Son voces que se filtran por algún resquicio y se instalan, forman nodos que se ramifican y abren camino para otras voces. Por eso es tan importante y a la vez nada inocente la selección de libros de literatura infantil. En mi niñez no sólo leí la literatura maravillosa, también leí (o me dieron a leer, mis padres fueron muy selectivos en ese sentido) a José Martí, a Nicolás Guillén, a José Tallón, a Javier Villafañe. Siguieron las obras de los clásicos y en la década del 60 fue Herbert Marcuse con “El hombre unidimensional”. En este momento leo un libro de Saramago, “Ensayo sobre la ceguera” una reflexión sobre la ética del amor y la solidaridad que advierte sobre "la responsabilidad de tener ojos cuando otros los perdieron".

¿Qué cambiaría de la profesión?

Es necesario un mayor discernimiento en relación a las novedades, ya sea por la aceptación y aplicación acrítica de patrones de actuación ajenos a nuestra realidad como de saberes provenientes de otras disciplinas que tienen alguna relación con la bibliotecología y que son aplicados a ella. Si bien es necesario y muy enriquecedor el aporte que puedan hacer otros campos disciplinares, es más importante aún poder diferenciar los principios básicos de la profesión que forman su sustento, del “cotillón” de términos y prácticas independientes que rápidamente se extinguen y son reemplazados por otros nuevos en la búsqueda artificiosa de una imagen renovada y actualizada.

Nota: la entrevista fue publicada en Fuentes, revista de la Biblioteca y Archivo Histórico de la Asamblea Legislativa Plurinacional de Bolivia, en diciembre de 2010, vol.4, no.11, p.44-46. ISSN 1997-4485

lunes, 1 de octubre de 2012

La construcción social del conocimiento


Construir socialmente un conocimiento suele representar un paradigma, como tantas experiencias comunitarias lo han sido, una idea que puede sucumbir al menor soplo, algo que necesita tener un sentido de representatividad, un valer la pena.
Este sitio pretende la construcción de “un nosotros”, respetando prácticas históricas de traspaso de conocimiento. De algún modo, los archivos orales, para las comunidades ágrafas, han significado una decodificación de dicho paradigma, una construcción endógena y colectiva que permite integrar diferentes planos interdisciplinarios en aras de poder representar, bajo un enfoque intercultural, otras formas de entendimiento.

Toda biblioteca tiene por objetivo un anhelo tal vez utópico: la búsqueda de representatividad en los acervos bibliográficos. Cuando las culturas prescinden de la grafía para compartir un saber, dicho tratamiento requiere una construcción circular y horizontal desde la noción de “nosotros”, en tantos representantes de una realidad compleja que busca respuestas desde la interdisciplinariedad y la producción conjunta de conocimiento. El trabajo con archivos orales permite una comprensión más profunda de la vida social de las familias, habilita el aporte de métodos, conceptos y marcos teóricos que contrarrestarán las informaciones tradicionales que sobre estos grupos existen.

Trabajar con la oralidad implica una profunda complejidad de significado y de sentido, donde toma valor la memoria y la subjetividad del libro viviente. Por medio de una conversación, y con un conocimiento previo del tema a documentar, se comparte entre las personas un proceso intelectual a partir del cual se produce conocimiento, activado por los recuerdos del entrevistado.  La interpretación de las narrativas orales (costumbres, mitos, cuentos, anécdotas, chistes, canciones, saberes) permite la recuperación de identidades y de una historia que no siempre figura en los documentos oficiales sobre la cultura. Rescatar la memoria permite recrear escenarios olvidados, indagar sobre sucesos tendenciosamente registrados, recuperar, valorar y compartir biografías cuyos testimonios representan un modo de entender el pasado de una cultura.

Como profesionales de la información, tenemos la posibilidad de ser testigos de una incidencia enorme en la construcción del patrimonio cultural intangible, que es cuando un conocimiento se transforma en documento. Probablemente se trate de uno de los momentos más significativos en la vida de un bibliotecario, el formar parte de un trabajo de colaboración cuya construcción permite preservar conocimiento y fortalecer la identidad de un grupo social en condición vulnerable.
Los descendientes de las culturas originarias, incluyendo a los jóvenes que viven en comunidades campesinas, como así también aquellas personas que viven en barrios marginales o en zonas de frontera, no suelen contar con la posibilidad, en caso que lo manifestaran, de consultar documentos locales que reflejen su propia realidad, las bibliotecas que generan la creación del propio acervo están naturalmente habilitadas para ofrecer respuestas a esas inquietudes, recurriendo a la memoria y a las voces de quienes dominan conocimientos y recuerdos de la historia local. Construir socialmente conocimiento solo es posible asumiendo un compromiso crítico con los ciudadanos que integran el área de la biblioteca, con un vínculo sincero y profundo que permita valorar lo que cada uno sabe y conoce de su propia cultura.

Recoger historias de vida forma parte de ese trabajo de construcción endógena, como si fueran escrituras móviles a descifrar, verbalizadas en lengua materna, como cuando se cierra la puerta de algo que se sabe desde el fondo de los tiempos, y el bibliotecario estuviese destinado a abrir la puerta, a recoger el pasado, a convertirlo en documento.

Yo creo que eso es construir socialmente un conocimiento.

Este espacio pretende compartir, desde una idea de convergencias, una triple arquitectura. Por un lado volcar las reflexiones personales dispersas en diversos ámbitos sobre bibliotecología comunitaria, incluyendo experiencias de bibliotecas indígenas y rurales, por otro lado facilitar el acceso a micro- relatos, editando archivos orales generados en la experiencia Qomllalaqpi, agregando nuevas grabaciones con personas de otras culturas, y por último difundir las entrevistas realizadas hasta el momento con aquellos bibliotecarios comprometidos con el rol social de la profesión, trabajo que sigo realizando con mucho placer en la revista Fuentes del Congreso de Bolivia, bajo la columna periodística “palabra de bibliotecario”.

Un espacio para registrar conocimiento, asumido desde un compromiso crítico con la profesión, buscando ofrecer futuras construcciones.
De eso se trata este proyecto.
Con sincero afecto.

Daniel Canosa
Bibliotecólogo. Docente-investigador.